Entre la rubia y la morena - término beisbolero- se registra cuando la cuenta entre el lanzador y el bateador está en el límite (tres bolas, dos strikes), o eres tú o soy yo. En la actualidad, el pueblo colombiano pareciese que estuviera en un partido de béisbol en donde el desorden de muchos es el temor de otros, dependemos de los movimientos responsables o irresponsables de algunos lanzadores para poder batear un hit, o jonrón, y aplanar la curva, que sería como anotar la carrera ganadora, porque el juego continuo, la pelota (COVID- 19) seguirá rodando la clave, es batearla cada vez más lejos.
Las novenas para jugar el encuentro de la pelota caliente las vamos a identificar como: los desfavorecidos, los afortunados, el sector privado, el público, los gobernantes, el Gobierno, los de izquierda, los de derecha, del centro y los tibios. El estadio la Colombia, las barras bravas se apostan en cada tribuna, según sus capacidades, su poder adquisitivo les permite entrar al estadio, ocupar sitios como: palcos, zonas oriente, occidente, sur y norte. El calendario del juego lo proponen así:
La izquierda intenta organizar el cronograma, al que, la derecha, se opone por falta de garantías, intervienen los tibios, que son bloqueados por no contar con barras bravas que presionen. Expectantes las tribunas del sur y norte, impacientes exigen la programación, interviene el centro con fuerza para aplacar a todos los que no se alineen, los banqueros actúan como mediadores sin ceder en sus preatenciones de ganar la partida; se agitan la banderas, trapos rojos en solicitud de acuerdo para poder comer, trapos verdes para mostrar solidaridad, todo un carnaval de intenciones, sin resultados de acuerdos para organizar la liga y poder jugar los partidos. El sentir es batear de jonrón para que se pierda la pelota.
El desorden es tal, que el colectivo no asimila el peligro que estamos corriendo, si la liga no se pone de acuerdo para jugar los partidos, si las tribunas del estadio se llenan (hospitales) perdemos todos, aun hoy hay un rechazo por los recoge bolas y los vigías que garantizan que la competencia fluya de la mejor manera o menos traumática (médicos y todos las actores del sector salud) continuamos polarizados en equipos, no aprendemos que, para ganar este juego es con un solo equipo, jugadores y aficionados, después armamos los equipos nuevamente.
El temor es paralizante e irracional, se ataca a quienes nos defienden, los que recogen las pelotas, para que no nos golpeen en las tribunas, defendemos a los que la lanzan- estamos invertidos- los que propagan el virus no son los médicos, ni las enfermeras, a los que hay que rechazar es a los otros beisbolistas, que mantienen el desorden y el temor, porque de eso es que viven. El que lo entendió lo entendió.
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