Santa Marta tiene todo para ser una de las ciudades más desarrolladas de Colombia, tiene historia, gastronomía, playas paradisíacas y todo esto es un gran potencial turístico internacional, no obstante, el monopolio y las peleas político de esta ciudad no la ha dejado avanzar como muchos en realidad desearíamos.
Esas mismas peleas políticas que no solo se da en las altas esferas, también han calado en el ciudadano de a pie, en estratos humildes, entre familias y amigos. Por un lado los Naranjas (ya todos sabemos quienes son) y por otro lado los que no son contratistas. Sí, así mismo, son los contratistas que defienden a puño y espada a su máximo líder y a sus vasallos (alcaldesa y exalcalde), aunque no se si pueda llamarlo líder, ya que influye más miedo que respeto.
Pues amigo contratista, te cuento que hay vida más allá del naranja, no vale la pena pelear por un político que al final del día siempre se llena sus bolsillos. Políticos que critica a los de antes y viven como ellos, mandan sus hijos a los colegios más caros, viven en los mejores sectores de la ciudad, andan en carros de alta gama y comen en los mejores restaurantes.
“Los de ahora” están enceguecidos por el poder, viven en una burbuja donde nadie puede entrar y solo salen de ella en época electoral, creen que los demás deben rendirle pleitesía y lamentablemente así sucede, todo con el fin de no perder un contrato.
Hace unos días, una excompañera de la universidad me dijo que yo no tenía personalidad porque en mi momento en el que fui contratista hacía cosas por obligación, cosas como escribir tweets, cambiar foto de perfil, colocar estados, ir a marchas, asistir a velatones, entre otras estupideces más.
Pues apreciada amiga, te cuento que lo hacía no por no tener personalidad, lo hacía por supervivencia, en una ciudad donde no hay empresa y las oportunidades laborales son nulas, donde el mayor generador de empleos es el sector público (Alcaldía y Gobernación), sabiendo que al contratista lo vigilan y lo presionan con renovarle o no su contrato.
Pero en estos momentos puedo decir como la famosa canción del Gran Combo "Me liberé”, tomé la decisión y perdí el miedo a lo desconocido y si, hay vida más allá del color naranja, un vida tranquila, próspera, donde no hay presiones y menosprecio al profesional, me extendería si dijera todo lo que pienso. Animo amigo contratista, que el mundo es grande y está lleno de colores.
P.D: He trabajado en los dos sectores políticos de Santa Marta y puedo afirmar que “los de antes”, tienen más tacto humano que “los de ahora”.
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