Familia pide respeto y liberar a ganadero secuestrado: necesita medicamentos urgentes

El reconocido ganadero Víctor Julio Velásquez Rodríguez, de 70 años, continúa en cautiverio tras ser secuestrado el pasado 5 de diciembre en su finca "Los Corazones", ubicada en la zona rural de Curumaní, Cesar. Ese día, cinco hombres encapuchados y armados irrumpieron en la propiedad, donde Velásquez ordeñaba vacas junto a sus trabajadores. Los secuestradores lo amordazaron, lo subieron a su propio vehículo, un Renault 12, y lo trasladaron a un destino desconocido. Más tarde, el automóvil fue hallado abandonado a las afueras del municipio.

El hecho ha generado profunda preocupación entre sus familiares, quienes hacen un llamado urgente a los captores para que respeten la vida del adulto mayor, quien padece problemas de salud y requiere medicación constante, incluyendo Prednisona, Fenalgex y suplementos dietarios. “Pedimos a quienes lo tienen que no lo dejen sufrir. Mi padre necesita cuidados y medicinas. Les rogamos por su pronta liberación”, expresó uno de sus hijos, visiblemente afectado.

La comunidad de Curumaní, junto con sus seres queridos y allegados, realizó una marcha pacífica el pasado fin de semana para exigir la liberación del ganadero. La movilización contó con la participación de delegaciones de municipios vecinos como Chiriguaná, Pailitas y Pelaya, quienes se solidarizaron con la familia afectada. Durante el evento, los participantes manifestaron su rechazo al secuestro y clamaron por el respeto a la vida de Velásquez Rodríguez.

Por su parte, las autoridades han reforzado los operativos en la zona. El alcalde de Curumaní, Hermes Martínez, anunció la llegada de refuerzos por parte del Gaula y el Grupo de Operaciones Especiales de Seguridad (GOES) de la Policía Nacional, sumando 46 uniformados para intensificar la búsqueda. Además, la Gobernación del Cesar ofreció una recompensa de 30 millones de pesos por información que permita localizar al ganadero.

El caso ha revivido las memorias de violencia que marcaron a Curumaní en el pasado. La comunidad, que sufrió episodios como la masacre de Lama Verde en 2005, teme un resurgimiento de este tipo de hechos. "Estamos trabajando para garantizar la seguridad. Sin embargo, necesitamos un mayor pie de fuerza para evitar que estas situaciones se repitan", afirmó el alcalde Martínez, quien también es víctima del conflicto armado.