La historia de un doble asesinato

Pasaba el año 2000; empezaba el II Milenio; para el catolicismo el gran jubileo por el bimilenario del nacimiento de Jesucristo, para Antonio y Catalina la posibilidad de independizarse y trabajar artesanías en una pequeña parcela cerca al caserío: había semillas, piedras, fique, madera fina y barro rojo. Todo un potencial para su visionaria forma de vida que se debatía entre el libre pensamiento y la visión hippie. (Estaban en contra de la guerra y del gobierno, vivían en medio de una tranquilidad relativa que le daba el ambiente natural de ese macizo montañoso.
Catalina sostenía una relación con un francés, pese a ser una persona servicial tenía un carácter fuerte y en varias ocasiones esa naturaleza la llevó a sostener discusiones con sus vecinos. Antonio crecía y corría por esos caminos, acompañado de su perro Zeus; era un niño amable, amigable, de carácter dócil; había en él un singular interés por la vida y las cosas vivas: arboles, animales, agua; era un pequeño hippie ecologista. Estudiaba su primaria en la escuela de ese caserío. Cuando fue asesinado hacía su segundo año de bachillerato.
La relación de Catalina y el francés poco a poco se deterioró y decidieron acabarla; al costado de su finca, el francés cedió parte de su terreno y allí ella, Antonio y Zeus se mudaron: construyeron en madera una bonita cabaña, en la cual, catalina inició una nueva relación con Papaleo: un italiano de quien se decía enviaba droga a Europa entre cerámicas indígenas. La casa en madera, de espacios abiertos y sencillos fue la última morada de Antonio.
Paralelo a esto crecían con ahínco las AUC. en esa región y las muertes eran el pan de cada día: matar era un ejercicio tan sencillo como tomar un vaso de agua. Catalina lo sabía y aun así su carácter le hacía pasar malos momentos. En aquella época la vida pendía de la voluntad del comandante quien se dejaba influenciar por comentarios y su deseo en escalar dentro de la estructura paramilitar lo obligaba a mantenerse fuerte y controlar el orden del pueblo que le había sido asignado. Eso implicaba matar. Quizá de alguna manera Catalina cayó en la en cuenta que no era un ambiente sano para Antonio.
Cada día llegaban noticias de jóvenes asesinados, dejados tirados con letreros que decían que robaba o consumía marihuana. De familias desaparecidas y desplazamientos. Era la época de mayor fuerza paramilitar que crecía a la par del narcotráfico y sus excesos. Quizá por esto, una vez Antonio terminó la primaria en esa caserío lo llevó a la ciudad y allí lo matriculó. Era una forma de protegerlo y evitarle algún daño.
En junio de 2000 Catalina fue asesinada. Ese día fue al pueblo en compañía de Zeus, Papaleo era un aventurero y salía y regresaba cada dos o tres meses, de modo que Catalina siempre estaba sola pues Antonio venía cada mes a visitarla. Luego de comprar víveres en el pueblo se dispuso a regresar a la finca, sus verdugos estaban atentos y entre señas, la siguieron, al llegar a una quebrada que se había secado por el verano, ahí la esperaban. Al primero que mataron fue a Zeus, pues advertía el peligro y se puso a ladrar fuertemente, había que callarlo. Luego entre empujones subieron a Catalina quebrada arriba, arrastrándola: la despojaron de su ropa y la violaron, mientras le decían que su temperamento era por falta de hombre. Luego le dispararon en la cabeza. Seguido de eso, sobre la arena, cavaron un hueco y la enterraron allí, arriba de su tumba, tiraron a Zeus, de modo que si alguien pasaba viera la putrefacción del perro y no sospechara que debajo de él, estaba ella.
A la semana siguiente, después de no tener noticias de su mamá, Antonio decide ir a visitarla: va hasta la cabaña y no la encuentra; sin embargo, no sospecha que pase algo malo, puesto que los vecinos no le dijeron nada y encontró todas las cosas en su casa. Para el su mamá había salido a algún sitio. La esperó desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, al ver que no llegaba se fue al caserío, a la casa de su mejor amigo, para comer y esperarla.
Mientras estaba en la casa de su amigo llegaron los paramilitares, tocaron la puerta, apenas abrieron irrumpieron con fuerza hasta donde esta Antonio quien no dejaba de gritar
–Nooo, yo qué he hecho, no los conozco, no me lleven-.
Antonio sabía lo que le hacían a las personas cuando se las llevaba, lo había visto unos años atrás. Entre golpes y empujones lo montaron a una camioneta y se lo llevaron.
Lo bajaron también en una quebrada seca. Ahí le dieron la noticia de la suerte de la mamá, como sus verdugos no daban muestra de compasión, pese a sus suplicas; las suplicas de un niño golpeado, humillado y muy asustado, intentó correr pero estaba amarrado de las manos. Uno de sus verdugos se puso detrás de él y le disparó en la cabeza con una escopeta, las balas pasaron, pero no lo mataron y el otro le disparo en el abdomen con una pistola.
Antonio se resistía a morir y ensangrentado seguía gritando:
-“Déjenme así, yo me salvo, yo salgo solo a la carretera y pido ayuda. Finalmente, un revolver calló la angustia y la inocencia-.
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