Juan Anaya, el chivolero que apareció después de 40 años: todos lo hacían muerto

Era un día normal para Lino Anaya, quien es propietario de una tienda en la Calle 30, las ventas estaban en su punto y el día estaba por finalizar, sin embargo, un mensaje a su cuenta personal de Facebook, detuvo su jornada, un joven llamado Jorge Anaya le escribió, él no lo conocía, pero su apellido lo hizo abrir el mensaje y atenderlo.

Le escribía desde Ecuador y le preguntó por su apellido, de dónde era, lo cual le pareció intrigante a don Lino, quien inmediatamente le preguntó que para que solicitaba la información; sin imaginar, que esa conversación se convertiría en un mensaje de vida y aliento para toda su familia.

Jorge Anaya, era hijo de un primo, de don Juan Anaya, un hombre que salió del pueblo de Chivolo hace más de 40 años, exactamente a sus 27 años de edad, en busca de mejores oportunidades en Venezuela.

Se fue, dejando a su esposa y a una niña de escasos dos años, prometió volver y estar en comunicación, pero nunca lo hizo, lo cual generó tristeza en su familia, quienes lo daban por muerto.

La historia del supuesto ‘fallecimiento’ del cual nunca se conoció sepelio, terminó hace 15 días cuando Jorge se puso en contacto con su primo y le contó que su padre Juan Anaya estaba vivo y que quería reconciliarse con su familia. La noticia sin duda impactó, causó alegría, lagrimas de emoción y gestó la unión de toda una familia que celebraba que ese pariente que había partido hace más de 40 años no estaba muerto, estaba mas vivo que nunca, aun en Venezuela, pero con mucho miedo, temor y pena de volver a ver su gente.

Muchas cosas pasaron por la cabeza de los Anaya, pero las ganas y el deseo de ver su pariente, sobrepasaba todo, se unieron y a través de un grupo de whatsApp organizaron un recibimiento, lo fueron a buscar hasta Maicao y el día de ayer (miércoles) llegó a Santa Marta donde viven varios hermanos, primos, sobrinos y su hija, aquella pequeña que dejó a los dos años y que hoy ya es toda una mujer casada con cuatro hijos, donde la menor tiene 17 años, ella es Luisa Anaya.

El recibimiento

Uno de sus hermanos, Toribio Anaya, quien dice haber sido de los más cercanos a él, a pesar de las constantes peleas que tenían cuando joven llegó a Maicao muy temprano y a escasos metros pudo reconocerlo después de tanto tiempo, sus ojos se fueron en llanto, el abrazo no se hizo esperar e inmediatamente las risas y el agradecimiento a Dios, porque como dice él su hermano resucitó.

“Tenía más de 40 años de haberse ido, pero nunca se borró de nuestra mente y corazón, por eso fue inevitable llorar cuando lo vi”, manifestó.

Por su parte en Santa Marta, exactamente en el barrio Galán se gestaba una fiesta; primos, hermanos, sobrinos alistaban todo para recibir al ‘perdido’. Ese momento fue emocionante y al caer la tarde, eran más los que llegaban algunos a conocer y otros a reconocer al pariente que ellos daban por muerto.

La alegría era inmensa, sin embargo, entre los hermanos estaba el sin sabor de que papá y mamá murieron creyendo que su hijo había fallecido en el país vecino.

“No sé porque no volví”: las palabras de Juan Anaya

Mientras tanto don Juan se le veía contento, hablando a carcajadas con sus hermanos, contándoles la historia y al ser abordado por Seguimiento.co, nos contó un poco de su vida.

Sobre el por qué nunca volvió afirma que realmente no sabe, solo recuerda que en aquellos años la comunicación no era como ahora.

“Uno mandaba unos telegrama que llegaban como a los 15 días y había unos directorios grandísimos para buscar los apellidos, pero en realidad nunca di con la familia”, dijo.

Los años pasaban y para Juan Anaya la vida continuaba, se enamoró y se casó en Venezuela tuvo a su hijo Jorge, quien fue el que gestó el encuentro, también crio a dos más, pero al pasar unos años su pareja falleció.

Fue un momento duro, pero era consciente que los retos eran parte de su vida, pues como él lo manifiesta cuando se fue a Venezuela tuvo que ver muchas cosas desastrosas, como asesinatos en medio de las trochas, en las haciendas porque no había como pagarles a los empleados; por lo que se llenó de valor y siguió su adelante.

Dice que en ocasiones le daban ganas de volver, pero ya la vergüenza estaba apoderada de él, pensaba que su familia lo iba a rechazar y a juzgar por nunca haberse comunicado.

Se volvió a enamorar y esta vez de Fiorelis Pirela, su actual pareja con la que vive en Maracaibo y ha conformado una linda familia. Aclara que no está pensando en volver en Colombia, pues a él la crisis del país vecino no le ha afectado, ya que vende dulces, frutas y cigarrillos en prestigiosas galleras, donde como el dicen van los ricos, la gente que tiene para pagar en dólares lo que don Juan ofrece.

La relación con su hija Luisa

La diferencia ahora es que si volverá, pues ya se dio cuenta que su familia lo ama y está feliz por haberlo encontrado; no obstante, la relación más difícil que tendrá que establecer es con su hija Luisa, la pequeña que tiene su sangre pero que hasta ahora pudo conocerlo.

“Ombe mi hija Luisa está bella y hermosa, tuve que pedirle perdón, eso no fue fácil”, expresó con la voz entrecortada.

Seguimiento.co habló con ella y fue clara al decir que restaurar la relación, seguro, tomará su tiempo.

“Es duro porque es una persona totalmente extraña para mí, cuando me enteré me dio alegría y a la vez tristeza porque yo siempre quise saber de él, mi mamá toda la vida murió esperándolo, mi mamá más nunca se casó, no le conocí ni un novio porque ella guardaba la esperanza de que el apareciera”, dijo.

Asegura que tomará tiempo para sanar su corazón, porque, aunque sabe que debe perdonarlo, aún hay dolor.

“Hay resentimiento porque Maracaibo no está lejos, porque la tecnología está muy avanzada, porque hoy es muy fácil encontrar una persona, pero bueno hay que dejar todo en mano de Dios, al igual no soy quién para cuestionar y juzgar”, relató.

Los hermanos disfrutan su regreso

Por ahora, la familia está concentrada en su regreso, quieren llevarlo a Chivolo para encontrase con los hermanos que están allá, que al igual que ellos lo extrañan y quieren disfrutar de su compañía.

 “Estamos tan emocionados, es una alegría inmensa, porque en verdad en cuarenta años ya uno no contaba con él, yo lo hacía muerto, soñaba con él, lo veía en multitud de gente y salía detrás de él, pero me huía”, dijo Antonio Anaya, uno de sus hermanos.

Hoy gran parte de ese sueño se hizo realidad, con la única esperanza de que no se vuelva a perder, que la relación se mantenga y que él pueda venir de Venezuela cuantas veces pueda para compartir con sus 11 hermanos, hija, nietos y demás familiares.