Idiotas útiles

Pareciera que el término acuñado por Lenin en los tiempos inmemoriales de la extinta Unión Soviética, se mantuvieran vigentes en las almas vivientes y agonizadas de este mundo postmoderno, olvidando con propósito acolitado y sin mayor apremio, los pormenores trivializados con que en su oportunidad los sectarios del régimen transliterado, le hacían creer a los de occidente, en su gran mayoría de supuesto bagaje intelectual –como los hay hoy y que así se siguen llamando-, que el gran imperio ruso era el ejemplo viviente del épico establecimiento del conocimiento y del estado perfecto, y que en consecuencia, los redujeron con libre autodeterminación a repetir sin descanso alguno y a señalar que ese sería el legado que debía –y que aún debemos- seguir los del otro lado del barrizal, porque ese es la perfección agraciada que engrandece al ser humano en la búsqueda de su satisfacción infinita. Y así lo entendieron Cuba, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Argentina, Bolivia y miren como están, y los que faltan en prorrogar esa barbaridad histórica.  

 

Y eso es precisamente lo que estamos apreciando por años como espectadores, sin dejarnos contagiar e inducir por la forma como se utiliza y sin discusión alguna la ingenuidad como aplicación, y en efecto, sigue siendo la defensa más mortífera que se utiliza y se ha utilizado en esta democracia de aventajados y mojigatos, por cuanto así han precipitado más y han construido mayores maquinaciones e incalculables y consecuentes intenciones de gobierno y de partidarios.

 

Será un hecho de no acabar hasta que las partes del SI y del NO, junto con la sociedad civil y la comunidad internacional, verifiquen prontamente la resolución del Acuerdo de Paz fracasado el pasado 2 de octubre en el Plebiscito, suscrito entre el Gobierno y las Farc, y de los que a regañadientes, estos últimos, han tenido que rehacerlo con los nuevos actores del convenio –sin contar con los del otro NO-, tragándose un peor sapo del que pretendían hacerle tragar al país con lo que ya se conoce y del que no es necesario volver a comentarlo para no seguir en la misma línea esquizofrénica en la que muchos intentan paralizar al país con sus lleva y trae de intrigas, de falsas informaciones, de correos y estados, producto del pensar visceral y de la indigestión estomacal mental con sus agravadas consecuencias en la letra y la lengua, escribiendo y pensando con “q oneztida”, “q eztadizmo”, “q imtelijenhcia” y con “q eselenshia”.  

 

Muchos editoriales y líneas de distintas vertientes -y sin caer en el juego de la ingenuidad y hablando con la verdad-, han procurado sin respiro, proponer reparos a lo acordado, realizando aportes que quizás busquen organizar lo que en mayoría se votó en contra y que no se pudo refrendar por el equivocado disenso de espaldas en la oportunidad en que lo hizo el Gobierno y las Farc, y con el que muchos sin conocer el acuerdo querían la paz, o querían la paz con un mal acuerdo o conociendo el acuerdo con sus limitaciones querían la paz y de los que ni en lo uno ni en lo otro ni sabían o no saben que era el acuerdo o para qué servía la paz, esgrimiendo de ignaros de las motivaciones ocultas y que persisten en querer la paz pero a las puñetazos, como lo sugiere el senador Benedetti junto con Roy Barreras en llamar a los del NO los nuevos terroristas contra el estado colombiano o como en su forma exasperada el exdirigente Ivan Marulanda, que no se sabe si es producto de su longevidad o de alguna enfermedad mental que se desconoce, escribiendo en su cuenta twitter a través del Facebook que la responsabilidad de la postguerra del fracasado acuerdo queda en manos de los que votaron por el NO o como lo sugirió la rencauchada Piedad Córdoba en darle igual plomo a los soldados y policías que defienden la patria. Que irresponsables siguen siendo estos personajes que le hacen mucho daño a la democracia y que se han convertidos en voceros de la piromanía política con el fin de acobardar y obligar a la ciudadanía a conformarse con lo que se hizo mal hecho cueste lo que cueste.

 

Dentro de las propuestas que se piden sin condiciones, es la entrega inmediata de los niños y niñas víctimas del conflicto y que fueron incorporados a sus filas. De nada sirve continuar si las Farc no los entregan. En el acuerdo se cerró esa posibilidad con extenuada confianza del gobierno en creerle a su contraparte que menores no hay cuando si los hay o que son los hijos de los hijos de sus hijos, pero tampoco los entregan (1). Los delitos cometidos por lesa humanidad deben ser objetos de sanción real y efectiva de la pena privativa de la libertad, si bien con penas alternativas como se señaló en el acuerdo, pero limitándolas dentro de los fines que enmarca los delitos de esa naturaleza, atenuando o incrementando las penas de acuerdo a la gravedad dentro del lapso entre 6 a 9 años y no menos como se sugiere, y que el llamado Tribunal de Paz sea parte de la Rama Judicial, y que sus decisiones sean apeladas a una Sala Alterna de la Sala Penal –valga la redundancia- en doble instancia (2) y no volver a cometer el error que ocurrió con la parapolítica por desconocer ese principio. De nada sirve ser indulgentes con las penas cuando se sabe que se abre otra posibilidad de conformación de nuevos grupos criminales. Es decir, que no sea una rueda suelta y que no sea el aproveche de los emisarios de las Farc en ese mismo Tribunal.  

 

Frente a la participación política se debe limitar la participación de los comandantes y rasos que hayan cometido delitos de lesa humanidad (delitos comunes) o quienes ya han sido condenados por los mismos, salvo por delitos políticos (3) y que el término de intervención sea hasta por un periodo y no dos como se planteó en el acuerdo. Las Zonas de Reincorporación de Guerrilleros no podrán limitar el poder y la participación de los alcaldes y gobernadores en la toma de decisiones de sus territorios, respetando la descentralización y la organización administrativa, previo a la delimitación que el Gobierno y el Congreso fijen frente a la desmovilización, reinserción o reincorporación (4). Los subsidios laborales y/o empresariales, y programas agropecuarios que beneficien a los guerrilleros deben cumplir con las mismas intenciones con que el campesinado colombiano cuenta, con igualdad de créditos, apoyos, réditos y provechos, sin limitar el igual acceso a los desempleados y jóvenes que también hacen parte y son víctimas del conflicto por la indiferencia del Estado (5): eso también crea violencia. La entrega de bienes, rutas, cuentas, dineros, carteles, cabecillas y otros que son producto del narcotráfico, y que con ello se reparen las víctimas y se cierre el capítulo con ese grupo y sean objetos de rebajas y/o penas alternativas como se sugirió en el punto 2, de lo contrario estaríamos fracasando de antemano sin resolver un problema que bastante daño nos ha hecho a la sociedad la droga.

 

Hay que seguir aunando esfuerzos para que sea fructífero el acuerdo, no sin antes advertir que las Farc deben demostrar reales y verdaderos compromisos para lograr encontrar la paz y los colombianos puedan creer en ellos, y ante todo el Gobierno, debe concebir actos de confianza en la oposición, sin desconocer lo que se votó e invitando a fortalecer los partidos, a crear consensos de cambios y a mostrar hechos de respeto por los principios demócratas.

 

No obstante y con sobrado respeto por los que están insistiendo en que se logre un acuerdo pronto entre las partes del conflicto de la mesa, es de recordarles, que nada sirve llenar las calles y las plazas con los llamados campamentos de la paz, cuando existen intereses ocultos detrás de esas marchas, cuando sirven de puentes entre el desconocimiento de los que dijeron NO frente a los que dijeron SI, cuando intentan presionar a los que votaron en mayoría para producir prontamente el acuerdo, sin importar las sanas discusiones, las propuestas, las alternativas en pro de un gran Pacto Nacional y de intentar reconciliar a medio país con el otro que se insulta, que se desprecia, que se hace superior con su desgracia humana. De nada sirve servirle al sistema como lazarillos o sirvientes de la inutilidad, cuando se conoce que ese ha sido la descabellada acción de someter con agravios y de dividir sin importar las reales consecuencias. Si ya se espero lo mucho, esperemos lo poco. 

 

Hay que también salir a marchar contra la reforma tributaria; esa que tiende a recobrarle al país el mal manejo de la economía de un ministro y de un reelegido y su premio, y de una bancada de partido que no fueron superiores a las realidades de la regiones.

 

@JorgePerezSolan